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Dos días frenéticos

Dos días frenéticos. Ayer y anteayer.

Dos días agitados, de locura, y eso que apenas salí de casa. Estoy en plena mañana del tercer día y ya tengo seis horas despierto. Estoy agotado, necesito un descanso, pero desde hace rato quería escribir esto. No puedo dejarlo pasar.

Anteayer fue el inicio del taller #BelloÁrbolPetare. Ayer, la primera sesión presencial. Anteayer defendí mi trabajo de ascenso en la UCAB. Desde ayer soy profesor con categoría de Asociado.

La experiencia de ayer con las maestras y mentores educativos de Petare fue fenomenal. Anteayer, luego de 20 minutos justificando mi trabajo, de hablar sobre sus implicaciones y las reacciones de muchos, fenomenal también: recibí el veredicto de aprobado, dos votos contra uno.

Estoy exhausto y no voy a contar ahora toda la historia de los, por lo menos, cuatro años de trabajo, ocurrencias, retos, planificación, suerte, sueños y obsesiones que vienen sumando, día a día, y que permitieron llegar a ayer.

Las cuarenta personas que estuvieron en ese primer Taller de Libertad Educativa de la asociación civil Un estado de Derecho (UeD) son el descubrimiento definitivo de un fenómeno educativo que está surgiendo, que ha brotado, que apareció sin planificación, espontáneamente, en Petare. Es posible que en otros rincones y barriadas de Venezuela, también, los más pobres se estén educando a sí mismos. Y no es que estén solo “resolviendo” para entretener a los niños este tiempo sin escuelas formales. Es que están aplicando soluciones naturales, efectivas, deseadas por todos los involucrados, sinérgicas, para sacar a los niños de la violencia y la miseria y hacerlos gente de bien, con herramientas, ilusiones y opciones reales para alcanzarlas y progresar.

De esas cuarenta personas, además de los morochos Jaime y Jimmy Pérez, fundadores de Zona de Descarga, había quince maestras que tienen en sus casas o en locales cercanos sus propias instituciones educativas. No son exactamente maestras que dan tareas dirigidas o un reforzamiento puntual al aprendizaje formal, sino docentes emprendedoras que han creado sus microescuelas o Centros de Desarrollo Pedagógico, como les gusta ser conocidos. Así atienden, y educan, a los niños de la zona. Así ofrecen sus servicios a las familias que quieren el mejor futuro posible para sus hijos e hijas. Estos padres pagan, muy poco es verdad, pero con gran esfuerzo y gusto.

“Alela”, “Mi abuelita “, “Yabadabadú”, “Mi casita de tareas”, “Doña nena”, “El rincón del aprendizaje”, “Doña Olivia Sol”, “Colmena del Saber”, “Apacuana”, son varios de los nombres originales con que han sido bautizados estos centros de enseñanza que pululan en Petare y que están, hoy, educando a los niños desde bien chiquitos, hasta bien grandotes. “Mis niños me reclaman: maestra no cierre los sábados y domingos”, dijeron tres o cuatro. Escuchamos testimonios como esos de las maestras, así como de otros actores y referentes de la comunidad petareña. “Hay días que ya cerca de las 7 pm. se va el último. Pero cuando se hace lo que se quiere, eso no es trabajo”. Hablamos por horas, casi todo el día, ayer.

Luego pasamos a una dinámica que consistió en que cada uno de los participantes del taller respondiera por escrito a esta pregunta: ¿Cuál es tu necesidad principal como educador o mentor educativo en Petare? Agrupamos las respuestas, muy variadas, en cuatro grandes categorías: falta de recursos económicos; necesidad de una mejor formación docente y actualización, en especial en nuevas tecnologías; construir una comunidad o red de contactos en el ámbito local, de la ciudad e internacional; reforzar el papel de la familia en la educación de sus hijos. Desayunamos tequeños bites de nutella, almorzamos hamburguesas de Don Juan Parrillero, y habla que habla.


Dato y relato

Seguiremos este taller, más bien convivencia, hasta finales de noviembre. Unos haremos de mentores, otros de mentoreados. Todos nos ayudarán en la investigación empírica que el equipo de UeD ha iniciado ya hace dos meses. De hecho, este taller nos dará oportunidad para obtener datos. Datos, datos y más datos: ¿Cómo se están educando los más pobres de Petare?

También, escuchamos sus historias, anécdotas, desafíos y sueños de educadores. Haremos el relato. Oyéndolas no hay duda de que la biografía de cada una de ellas, bien escrita, trabajada, mostrará la realidad educativa y las emociones que brotan de los ojos, acciones y anhelos de sus principales actores: Las maestras, las familias y la comunidad.


Dato, relato. Y qué ajetreo el organizar esta primera sesión presencial del curso de UeD sobre libertad educativa. Pero eso fue ayer.

Anteayer, además de los preparativos, era el día marcado para la defensa de mi trabajo de ascenso en el escalafón universitario. Lo consigné el 31 de diciembre. Minutos antes de empezar 2021. Luego de estar encerrado desde marzo y de aprender a usar Zoom, el 2020 terminaba conmigo –aislado y en casa, sin haber salido un solo día– consignando mi trabajo de ascenso.

Desde el inicio sabía que generaría incomodidades. Pero el Reglamento de Trabajos de Ascensos de la UCAB es muy claro: o asciendes mediante artículos que hayan sido publicados en revistas indizadas, o a través de un trabajo original. “Trabajo original”, sí.


Ya dije que el jurado, conformado por tres profesores, votó divididamente. Aprobado de chiripa. No he contado que el tercer jurado, el que votó en contra, fue el sustituto de otro profesor que se excusó de juzgar mi trabajo, por no considerarlo jurídico; que a su vez había sustituido a otro profesor, que por razones del coronavirus decidió retirarse también intempestivamente; que también venía de sustituir al jurado nombrado por el Consejo de Facultad inicialmente.

Ya sospechaba, sobre todo porque mis niveles de chisme en sangre son altísimos, que habría problemas. De hecho, en varias reuniones informales en la Escuela algunos me recomendaron retirar el trabajo. Que cambiara de idea. Que una cosa es un trabajo de ascenso, y otra cosa muy diferente es lo que les entregué para que valoraran como tal.



Aprobado, pero con uno en contra. Dos a uno. No hubo ningún comentario negativo luego de los veintitrés minutos de mi presentación inicial. Parabienes y recomendaciones en tono de apoyo y para mejorar. Me enteraré al leer el veredicto escrito, estos próximos días, de las razones para esa única denegación.

Desde el 4 de enero, confieso, estaba ya imaginándome lo peor. Y este lunes, el día antes del taller de cuarenta personas en el salón de fiestas del edificio donde vivo, y con tanto por hacer, estaba yo sudando e intentando convencer a los profesores del jurado, o al menos transmitirles todo el orgullo y la emoción que sentía por ese inusual trabajo de ascenso, y de lo útil que había sido en mi última etapa docente y como investigador.

Qué par de días ajetreados de tensión y ansiedad. Y qué felicidad hoy, el día después, cuando el plan era tomar veinticuatro horas de vacaciones para descansar y celebrar.

Seguiré contando, cuando tenga tiempo, fuerza y lucidez para escribir, sobre esta experiencia del Taller que, no tengo dudas, será maravillosa.


Derecho disruptivo

Solo me falta mencionar qué trabajo original sometí a la valoración de mis colegas: adelanto que todo lo hice en público, a la vista de más de 10 mil personas, y en vivo. Es cierto que la memoria descriptiva y justificación del proyecto que presenté por escrito no tenía un tono especialmente formal, típico de estos trances académicos. También es verdad que no hice ninguna cita de autores, prolijas ni extensas notas a pie de página, siquiera bibliografía.

Ese trabajo de ascenso, aprobado dos a uno, está todo en YouTube. En el canal de Universitas Fundación. Son los primeros veinte programas de la lista de reproducción: Viernes de Disrupción.

Esa primera temporada ha sido uno de los proyectos de investigación que más he disfrutado en mi vida, lo admito. Fueron ocho meses de trabajo diario ¡Casi toda la pandemia! Necesité y coordiné un equipo de 38 personas, involucré a más de una docena de profesores invitados. Es como un libro, en 31 horas de video, con 21 minutos y 39 segundos; divididos en 20 capítulos.

Un libro en formato de videos. Presenté una visión diferente del Derecho. Una visión que arranca desde los átomos y las moléculas, hasta la vida y los humanos, su evolución material, emocional, cultural. Una visión interdisciplinar y consiliencia de las ciencias naturales y sociales. Una visión evolutiva, científica, empírica y experimental del Derecho. Ése es el Derecho de verdad. Un libro en YouTube que también muestra el Derecho de hoy, pervertido. Apropiado por los poderosos. Impuesto a los demás. Que cuestiona ese Derecho estatizado, usurpador, empobrecedor, injusto. Esa Ley que combatió hace ya dos siglos el gran Bastiat.

Es el primer trabajo de ascenso en la Facultad de Derecho de la UCAB, que yo sepa al menos, plasmado totalmente en videos de Youtube. Al final, dos a uno no está mal. Aprobado.

Me pregunté como hipótesis (por allá en abril de 2020, cuando pensé estaba contagiado de COVID19 y mi vida peligraba): ¿Es posible usar Zoom para enseñar el Derecho de una manera expandida y disruptiva, retadora? ¿Cómo hacerlo para atraer la atención de los jóvenes? ¿Será posible por ese medio, y de una manera entretenida, hablar del Derecho, a través de charlas con profesores, autores, investigadores de otras áreas de conocimiento?

Año y medio después de que me surgió esa duda, ya sé cuál es la respuesta: Se aprende, y se enseña, haciendo, es lo que llaman el diseño de investigación-acción. Después de haber concebido, coordinado, confeccionado el equipo, luego de pedir la colaboración y convencer a los profesores invitados, de promocionarlo por las redes y de ejecutarlo religiosamente cada viernes, en vivo, a las 5 pm, después de todo ese trabajón de ascenso, sí, ya tengo respuesta a mi hipótesis: pese al dos a uno, sí, sí se puede.

Termino haciendo la conexión de puntos que, como recomendó Steve Jobs, siempre hay que descubrirla viendo hacia atrás, en franco desprecio por las pretensiones de planificación central detallada.

¿En qué se relacionan los #ViernesDeDisrupción con el Taller de Libertad Educativa en Petare? Sencillo: esos programas contienen una visión del Derecho consiliente con el resto de las ciencias. Consiliencia que supone un Derecho, como todo, que surja de abajo hacia arriba, evolutivamente, fruto del ensayo y error constante, de personas por miles en número y tiempo. Lo que debería ser Derecho, verdaderamente, no puede ser emanación estatal, ni el acuerdo mayoritario en una sociedad. Así es destructivo, por lo general. Verdadero Derecho es el que brota de la gente, de las personas en sus relaciones diarias con otras, de una coordinación policéntrica.

Justo en ese libro en YouTube, en esos veinte capítulos de charlas y preguntas a profesores destacados mundialmente en sus ciencias ajenas al Derecho, está todo el marco teórico que explica y nos anima a UeD a seguir investigando sobre la educación en Petare. Somos un mismo equipo. Y en los Viernes de Disrupción como en el Taller sobre la educación en Petare, les advierto, nos estamos encontrando con los mismos patrones: órdenes espontáneos, incentivos adecuados, coordinación voluntaria, fallos del Estado y las cosas maravillosas que ocurren cuando se deja a las personas ser libres, que busquen su felicidad y decidan actuar y cooperar sin coacción.

Me voy a descansar, ahora sí…

Antonio Canova González







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