¡Cuánto tiempo soñaron con este día!
¡Cuánto tiempo esperando estar aquí!
Así: en el Aula Magna de la UCAB, con todas las autoridades, el Rector, el Decano, la Directora; frente a sus profesores y los padrinos; todos aplaudiéndoles. Engalanados con estos muy distinguidos trajes académicos…
¿No esperaban este día con ansias?
¿Están felices?
¿No es este uno de los momentos más felices de sus vidas?
¿Por qué?
¿Por qué están tan felices?
Cada uno tiene su respuesta personal. Cada motivación, cada explicación es diferente. Todas son correctas.
Cada uno tiene sus motivos para estar orgulloso y sentirse feliz hoy.
Pero todas esas respuestas tienen un elemento común: lo que explica la inmensa felicidad que sienten hoy ¡es que alcanzaron una meta!
Hoy celebran eso, ¡una meta cumplida!
Y no una cualquiera, no. Es una meta que les ha llevado, al menos, cinco años.
¡Cinco años, 60 meses, 260 semanas, 1825 días!
Cuánto esfuerzo, cuánta constancia, cuántos sacrificios hay ahí, detrás. ¿Cuánto?:
Trabajo, perseverancia, privaciones. Tuvieron que pasar por mucho. Un esfuerzo que requirió toda su atención diaria por cinco años.
Lo lograron.
Y están felices porque triunfaron y hoy cruzan una meta difícil.
Hay una relación directa entre todo lo que les costó llegar a este día y la felicidad que sienten en este momento.
Esto es crucial que se entienda.
Hay correspondencia, una alta proporción, entre esfuerzo y empeño en conseguir un objetivo y la felicidad que se siente al alcanzarlo.
¿Estarían igual de felices si llegar hasta acá les hubiera costado nada?
Imagínense: un día dicen que quieren ser abogados, se inscriben en la UCAB y a los cinco años, listo, le entregan el título, en un acto solemne como este.
Si tuviera cero costos graduarse, si el título les llegara por el solo hecho de existir, si fuera ese un derecho, que merecen, porque son humanos, sin más. Así, sin trabajo, sin sacrificio. Regalado.
En ese supuesto: ¿Estarían hoy felices? ¿Igual de felices?
Piénsenlo.
¿Cómo se sentirían?
No sería bueno. ¿Verdad?
Les explico:
La felicidad puede percibirse de dos maneras: una felicidad sincrónica y otra diacrónica.
La sincrónica se experimenta en momentos agradables aislados. No guarda relación con una específica cadena de hechos previos. Estar en la playa, con una cerveza, es un tipo de felicidad sincrónica. Salir con los amigos. Ver una película, leer un buen libro. No está mal: instantes de felicidad.
Si nos quedamos solo con este concepto de felicidad sincrónica, no importaría tanto cómo llegamos a esos instantes. Hay gente que está dispuesta a lo que sea (violentar, engañar, defraudar, robar), para acumular esos momentos aislados en viajes, restaurantes, lujos. Están equivocados.
La felicidad diacrónica es otra cosa.
Es la que están experimentando hoy. Se obtiene luego de encadenar una serie de pasos, etapas, procesos en el tiempo. Depende de ustedes. Es la felicidad que uno siente cuando llega a un fin propuesto, como graduarse en la UCAB.
Esto es lo que verdaderamente podríamos llamar felicidad.
Le da un sentido a la vida. Nos hace levantarnos cada día, enfocarnos, disciplinarnos, ponerle cabeza a lo que hacemos, nos mueve día tras otro. Al llegar, es una felicidad aderezada de confianza en uno mismo, orgullo, satisfacción, estatus, autoestima.
Evolutivamente, este concepto diacrónico de felicidad encaja a la perfección con la misión básica de todos los seres vivos: sobrevivir. Porque nos trazamos metas, trabajamos por ellas, y nos sentimos bien al lograrlas. Este es el motor que ha disparado a los humanos, estimulando su creatividad, y nos ha facilitado el progreso monumental del que disfrutamos todos hoy día.
Esto de hoy, ahijados, es felicidad en sentido diacrónico. Felicidad verdadera.
¿Comprenden la diferencia?
De aquí voy a sacar algunas reflexiones. Es mi obsequio a todos este día. Cinco ideas y consejos sobre ser verdaderamente felices.
Primer consejo: busquen en todo momento nuevas metas que den un sentido a sus vidas.
Impónganselo. Y, otra vez, perseveren por ellas.
Saliendo de aquí, celebren uno o dos días más y listo, a fijar nuevas metas que los emocionen.
Sigan adelante, y renueven constantemente sus desafíos.
Segundo consejo: no se impongan metas fáciles.
En economía, pocos dan la importancia debida a lo que se conoce como preferencia temporal. Se trata del tiempo que te limitas (preparándote, estudiando, organizando, ahorrando) para conseguir un objetivo mayor. No se le hace mucho caso, pero una persona o sociedad con una baja preferencia temporal tiene la clave del progreso. Ello, porque supone el sacrificio de la obtención de un beneficio inmediato por un eventual, pero mucho, muchísimo mayor, beneficio en el futuro.
No voy a ahondar en este tema de la preferencia temporal. Para no perder la costumbre, a los que quieran, me avisan y les hago llegar de inmediato varios libros que he escaneado previamente.
Pero, en pocas palabras: mientras más tiempo pasamos para alcanzar una meta y más nos cuesta, es más productiva y más beneficios suele traer y, así, más felices somos al lograrla.
Más, más, más.
Entonces, como les aconsejaba: plantéense las metas más difíciles.
Arriésguense. Ya saben que pueden. Lograr metas refuerza la autoestima. Cada vez estarán en mejores condiciones de redoblar la apuesta.
Que el incentivo que los mueva sea imaginar la felicidad que sentirán al triunfar.
Tercer consejo: apoyen y hagan lo posible por vivir bajo un sistema que les garantice la libertad individual para buscar su propia felicidad.
En verdad, ahijados, defiendan aquel sistema de organización social en el que las personas puedan sentir esta satisfacción personal, este orgullo propio, esta autoestima. Un sistema que premie a los que se esfuerzan.
Esto es tanto como que rechacen un modelo de organización en el que todo sea promesas y regalos.
Al final, somos venezolanos y nos conocemos bien la novelita: todos sabemos que nada es gratis ni regalado. Los políticos que ofrecen regalos y hablan de derechos a mansalva, se suelen quedar con todo y lo reparten solo a sus compinches. Es parte de la naturaleza humana. Adentro tenemos ángeles y demonios. El poder corrompe.
Algunos dicen que si cada uno busca sus metas egoístas, en la competencia entre todos, habrá conflicto e injusticia.
Pero es todo lo contrario. Las empresas más difíciles requieren cooperación. No hay un triunfo importante que pueda lograr una persona sola. Y cuando los humanos cooperamos florece lo mejor de nosotros.
Ustedes son la prueba.
¿No tiene cada uno de ustedes, aquí, hoy, a su lado, a varias de las personas que más quieren y más les apoyaron?
¿No hicieron estos cinco años amigos verdaderos para toda la vida?
De la cooperación surgió la reciprocidad, la comprensión, la tolerancia y la amistad. Ustedes, cumpliendo sus metas egoístas, no dañaron a nadie. Todo lo opuesto. Hicieron mejor la vida de muchos otros.
Mientras más complejas sean las metas que busquemos cada uno, más amplia será también la red de cooperación necesaria para lograrla; habrá mayor división de trabajo y especialización. De modo que muchas más personas tendrán mayores posibilidades de alcanzar sus objetivos pacíficamente, aportando sus habilidades a los demás.
Y fíjense: en la medida en que las personas alcanzan sus propias metas, todos obtenemos provecho. Hoy toda la sociedad se ve beneficiada de que hay en la calle más de 140 nuevos profesionales ofreciendo sus servicios especializados. Esta procura del bienestar general mediante la acción egoísta de las personas es a lo que se refería Adam Smith cuando hablaba de la mano invisible.
Cuando vayan a pregonar un sistema político o económico, deban votar o simplemente vayan a trazar su vida, escojan opciones o países en los que prevalezca la libertad individual; esa libertad individual en sentido negativo de la que tantas veces hablamos en clases.
Sigo:
Ya saben que mientras más difíciles son las metas que se persiguen, mientras exijan un mayor compromiso, mayor será la satisfacción al abrazarla.
Graduarse de abogado fue una meta de unos cinco años.
Ahora imaginen lo que significa ver de cerca una meta mucho más larga y difícil. Imaginen un proyecto a más de 20 años, a dedicación exclusiva, donde dejan, literalmente, la vida y cuya realización no dependiera solo de ustedes.
Habría más felicidad al verla cumplir. ¿Verdad?
¿Saben también quienes están hoy más felices que ustedes? ¿Saben quiénes han alcanzado hoy una meta más larga, compleja y mucho más difícil?
Volteen, miren a sus padres.
Desde que ustedes nacieron ellos están haciendo lo posible para que den lo máximo, sean buenos, responsables, estudiosos y tengan las mejores opciones en la vida.
Que ustedes hayan triunfado hoy, ya sabemos, es tanto como que ustedes son felices. Y esa, la felicidad de los hijos, es la gran meta de todo padre.
Cuando tengan hijos, lo van a entender. Para mí, esta es la mejor parte de las graduaciones: ver a los padres y familiares henchidos de orgullo y satisfacción.
Están felices por ustedes, pero también y especialmente lo están por ellos mismos, pues ellos ven cómo van cumpliendo su gran meta: unos hijos como ustedes, unos hijos felices.
A los padres se les honra con nuestro comportamiento diario, con nuestros logros en la vida. Estén donde estén. Incluso si ya nos dejaron.
Les pido, ahijados, que se levanten. Cuarto consejo: aplaudan a sus padres y sigan honrándoles cada día.
Ya para finalizar: a diferencia de los animales, los humanos podemos construir una historia larga, que se extienda al periodo completo de nuestra vida. Esa es la gran empresa que tenemos todos, la gran prueba ¿Cómo llevaremos nuestra vida?
Quinto y último consejo: Actúen de manera tal que, al morir, cuando llegue la hora, estén conformes, felices, de la vida que llevaron.
Compórtense todos los días decentemente para que al final de la vida estén orgullosos y hayan alcanzado la más difícil y larga meta: haber sido buenas personas; haber superado con nobleza los obstáculos que se les presentaron; haber sido fuertes ante los sufrimientos; haber enmendado errores; haber superado con gallardía los fracasos; haber sido útiles para los demás.
Concluyo: Sigan así, como van.
Siempre tengan una o varias metas a la vista. Siempre trabajen al máximo por alcanzarlas, cooperen con los demás. Procuren alcanzar esta maravillosa sensación de satisfacción, orgullo, plenitud, que sienten hoy.
Es mi deseo, queridos ahijados: que a partir de hoy no dejen de perseguir, ni un solo día, la verdadera felicidad.
Gracias.
Discurso del profesor Antonio Canova González
Padrino de la Promoción LXII de Derecho
Universidad Católica Andrés Bello
Caracas, 16 de enero de 2020

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